Vamos a jugar, ¿quieres?
Esto va de miopía familiar, sí, de no ver de lejos y seguir conduciendo, acelerando, convencidas de que vemos clarito clarinete.
Ponte el cinturón, que empezamos.
Mira esta foto. Soy yo vestida de rojo, sí. De cuando todavía no me había cortado el pelo y de cuando creía que estaba súper cerca de montar mi empresa. Hace justo dos años de la foto y mi empresa todavía está rompiendo el huevo para nacer, pero bien, contenta.
Mientras Alba Pifarré me hacía la foto, había dos equipos masculinos intergeneracionales de frontón mirándome en plan: «¿Y esta quién es y qué hace sin chaqueta en pleno diciembre?». Pero oyes, yo iba para adelante, porque allí justo empezaba ya mi empresa, eran las fotos de mi web. Iba lan-za-da.
Estaba lejos de estar donde creía que ya había llegado
Los señores, raqueta en mano, súper educados, descansaron más de lo que el cuerpo mantiene el ritmo del partido. Se enfriaron, vamos. Así que cuando Alba acabó con los clicks, pues no les venía de unas preguntas más. Allí mismo viví mi primer Elevator Pitch, en una pista de frontón, amigas. Y fíjate que hubo uno con el que yo pensaba que cerrábamos trato y todo, pero no pudo ser, ni la empresa entonces, ni el seguimiento de este posible cliente. Estaba lejos de estar donde creía que ya había llegado.
Ahora dime, ¿Cómo me ves en la foto?
¿Lejos o cerca?
Es como lo de ver el vaso medio lleno o medio vacío. La respuesta depende de nuestro estado de ánimo, de la actitud. De lo que hayamos vivido, ya sea en toda nuestra vida, o en ese preciso instante previo a que alguien te pregunte cómo ves el vaso. Ver el vaso medio lleno o medio vacío, verme cerca o lejos en esta foto también puede estar marcado por la tradición familiar, por la actitud familiar ante la vida. Por eso es tan interesante ser consciente de lo que es cosa de familia, lo que nos viene dado, para integrarlo o descartarlo de nuestra identidad. La familia marca, para bien y para mal, y lo más importante es saber quién y cómo es nuestra familia, para saber quien somos o decidimos ser.
Es importante saber lo que nos viene dado por familia, para integrarlo o descartarlo de nuestra identidad
¿Sola o acompañada?
En esta foto salgo sola pero no estoy sola. ¿Os acordáis de los jugadores de frontón? Están allí, aunque no se ven. Pasa lo mismo con nuestra herencia familiar, no la que nos llena los bolsillos, no, sino el alma. Todas las personas que han construido la familia de la que formamos parte están en nosotros, aunque no las veas, y tú estarás en todos tus descencendientes. No estamos solos, como yo no lo estoy en esta foto. Esto va de una carrera de relevos, tomamos el testigo de los que ya han participado en nuestra familia y seguimos. Para caminar hacia adelante (o correr, hoy en día) más vale no sufrir de miopía familiar o nos perderemos.
La vida es una carrera de relevos. Cuando llegamos tomamos el testigo de los familiares que ya han participado en nuestra tribu
Dime:
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La miopía familiar se cura conociendo y conservando la historia de tu familia. Yo te la escribo.
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De momento, fuera.